Según el estudio, elaborado por personal investigador del Grupo OEG de la Universidad de Oviedo, si el estado de alarma se hubiera adelantado una semana, el número de casos confirmados a 4 de abril se habría reducido a la mitad. El trabajo sugiere que las medidas de control de viajeros procedentes de zonas previamente afectadas deberían haberse puesto en marcha mucho antes
Una investigación universitaria concluye que declaración del estado de alarma del 14 de marzo ha logrado reducir en un 79.5 % el número de contagios potenciales en España. Esto ha beneficiado especialmente a las provincias que están más cerca de los principales epicentros del COVID-19, ya que el estado de alarma ha roto el círculo vicioso de contagios entre provincias. El estudio, elaborado por Luis Orea, investigador del Departamento de Economía y del Grupo de Investigación OEG de la Universidad de Oviedo, e Inmaculada C. Álvarez, investigadora del mencionado Grupo y de la Universidad Autónoma de Madrid, señala que el número de casos confirmados hubiera aumentado, en ausencia de estado de alarma, de 126 a 617 mil casos a fecha de 4 de abril de 2020. Con dicha medida, por tanto, se han evitado alrededor de 491 mil infecciones confirmadas.
El estudio, publicado por el Grupo OEG en sus "Economic Discussion Papers", también pone de manifiesto que se hubiera podido ahorrar un número aún mayor de contagios y, por consiguiente, de fallecimientos, si las medidas de control asociadas a la declaración de alarma se hubiesen puesto en marcha con solo una semana de antelación. El número de casos confirmados hubiera pasado a 47 mil, menos de la mitad los confirmados a 4 de abril. Tal disminución habría evitado probablemente el colapso de muchos hospitales.
En líneas generales, los resultados indican que una mayor población, junto con un elevado número de personas de mediana edad y con estudios superiores contribuyen a adelantar la aparición de contagios. Asimismo, el personal investigador concluye que el inicio, e intensidad, de las epidemias provinciales depende de la movilidad internacional, lo cual sugiere que las medidas de control de viajeros procedentes de zonas previamente afectadas, como es el caso de Italia, deberían haberse puesto en marcha mucho antes, en línea con las decisiones adoptadas en otros países.