Un artículo publicado en Science con participación del Instituto de Oncología de la Universidad de Oviedo revela que la inmunovigilancia antitumoral constituye un mecanismo que reduce la carcinogénesis y determina la respuesta terapéutica de los tumores malignos
El cáncer no es simplemente una enfermedad celular en la que una serie de mutaciones impulsan un crecimiento desenfrenado de las células. Para que una lesión genética inicial se transforme en un tumor visible, las células tumorales deben evitar el control por el sistema inmunológico. Un equipo internacional dirigido por el Dr. Guido Kroemer de la Universidad de Paris Descartes y con diversos colaboradores españoles – incluyendo a Laura Senovilla y varios investigadores del Instituto de Oncología de la Universidad de Oviedo (Guillermo Mariño, Antonio Fueyo y Carlos López-Otín) ha demostrado en un estudio publicado hoy en la revista Science, que el sistema inmune es capaz de detectar una aberración genética denominada tetraploidización que surge en las primeras etapas del cáncer. Esta alteración conduce a la formación de células con el doble de cromosomas y constituye un motor fundamental de la diversidad morfológica y genética de los tumores malignos.
El equipo investigador ha podido demostrar que el sistema inmune es capaz de reconocer y destruir las células tetraploides, evitando así que las células precursoras del cáncer se propaguen y progresen en su transformación maligna. Los estudios dirigidos a examinar los mecanismos responsables de esta potente acción anti-tumoral del sistema inmune han revelado que la tetraploidización provoca un importante estrés funcional en el retículo endoplasmático, uno de los principales orgánulos intracelulares. Este estrés causa alteraciones moleculares en la superficie de las células tetraploides, cambiando sus propiedades y facilitando su reconocimiento y destrucción por el sistema inmune.
Este trabajo tiene implicaciones clínicas que ya han podido evaluarse en un grupo de pacientes de cáncer de mama tratadas con quimioterapia, y en las que la respuesta terapéutica parece estar determinada por la respuesta inmune antitumoral. Así, aquellas pacientes en las que tras el primer ciclo de quimioterapia se detectó una infiltración de células del sistema inmune en sus tumores, han tenido una respuesta más favorable al tratamiento. Además, esta respuesta positiva está asociada a la eliminación selectiva de aquellas células malignas que muestran características de tetraploidía y señales moleculares de estrés en su retículo endoplasmático.
En conjunto, estos nuevos resultados subrayan la importancia de la inmunovigilancia antitumoral en el desarrollo y progresión del cáncer, al reducir la carcinogénesis y determinar la respuesta terapéutica a los tratamientos antitumorales que se emplean en la actualidad.