La inauguración de la muestra 'Tránsitos', de Toño Velasco, se celebrará el miércoles 13 de enero, a las 12 horas, en la Sala de exposiciones del Edificio Histórico. Intervendrán en el acto el vicerrector de Extensión universitaria y Proyección Internacional, Francisco José Borge López, el propio artista Toño Velasco y Aurelio González Ovies, profesor del Área de Filología Latina de la Universidad de Oviedo y escritor. La exposición podrá visitarse hasta el 21 de febrero en el siguiente horario: de lunes a viernes de 11 a 14 horas y de 17 a 20 horas. Los sábados de 10 a 19:30 horas y los domingos y festivos de 10:30 a 14:30 horas.
Inauguración de la muestra 'Tránsitos', de Toño Velasco
"La fisonomía de la rutina", por Aurelio González Ovies
Rasgos de ilustración. Eufonía de barrio. Calma de media tarde. Fragor de mediodía. Adverbio detenido. Cromatismo sin fecha de caducidad. Entusiasmo del hoy y todas sus aristas. Rostros autóctonos como la corteza de los árboles esenciales, con su descomunal presencia, con sus gestos afectuosos. En las panorámicas de Toño Velasco lo mágico es lo cotidiano, al igual que en lo cotidiano se oculta lo más pintoresco.
Con el halo de lo imaginario, con la majestuosidad del urbanismo y el trazo certero de quien domina a la perfección cómo se construye la fisonomía de la rutina, Toño nos adentra fantásticamente en escenarios predecibles, en horarios frecuentes en los que nos hace cruzar con protagonistas tan oníricos como corpóreos: los personajes reales de la existencia, los intérpretes que, en realidad, nos dulcifican los tonos aflictivos de la vida. Los seres y enseres que, en el momento que se ausentan, desequilibran nuestras jornadas: el paseante con su perro querido, el lector de periódico y su café humeante, los jóvenes que surcan la ilusión infinita, el transeúnte ausente con su bolsa de suministros, viandantes que, en algunos lienzos miran a la lejanía o carecen de mirada, con apariencia caricaturesca en ocasiones.
Obra rigurosa e independiente, de minuciosa expresión cuando el detalle lo requiere, sin convencionalismos, sensible, ante todo y sin sensiblerías, al mundo y a los horizontes de su actualidad. Recopilación de escenas y emblemas de la ciudad que habita; discurso exacto, siempre al límite de la inexactitud, lo mismo que nuestras continuas incertidumbres. Brochazos críticos, casi sinónimos de un alarido en pos de la libertad, la reflexión y el acercamiento a lo humano.
Los pinceles de Velasco narran cosas comunes, bocetan acontecimientos habituales, visualizan desvelos, atrapan mínimas hazañas del exterior, con mucho más interior que, a simple vista, nos proponen. Perciben y examinan en el más allá de todos los planos para luego musicalizarnos la lucha y los problemas, las grandes cargas de cada día, las variadas gamas de lo que permanece inalterable, la expresión taciturna o enmascarada de lo que habría de cambiar, el ritmo inconformista de la costumbre.
He aquí una muestra de instantáneas en las que todo -las fachadas y los torreones, las calles y los monumentos…- es prolongación nuestra, memoria de una época, izamiento de la ceguera que nos deslumbra; un álbum de fogonazos de paisanaje en los que la inmovilidad de lo construido hacia lo alto dota de transcendencia la pequeñez humana. Todo es realismo mágico en estos ámbitos velasquianos, traslación de las encrucijadas y los destinos que transitamos, del asombro ante lo inconmensurable de lo corriente, de la esencia de lo habitual, de la evidencia grandiosa de lo efímero.
Todos podemos ser espectadores de estos diálogos mudos. Todos, peregrinos en estas andanzas; bajorrelieves en un pedestal cualquiera de estos pórticos que nos adentran en mixturas fascinantes; rincón grato desde donde se eleva el vaho de la mañana; pupila de uno de los rostros que aquí se perpetúan. Todos, susceptibles de tropezar con un reverbero de nosotros mismos, a la hora menos esperada, entre la muchedumbre que yerra y se comprime y, como un enjambre insólito, se anula y se disuelve.
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