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La Universidad lidera en España un proyecto europeo para analizar los ecosistemas de los embalses

Los investigadores desarrollarán un kit molecular basado en ADN ambiental para evaluar la conexión de las poblaciones de peces entre ríos, elaborarán un inventario de los pantanos de la Península Ibérica y diseñarán una herramienta socioeducativa

Los embalses ofrecen desde un punto de vista medioambiental pros y contras. Proporcionan agua para el consumo humano y para el regadío, energía eléctrica, actividades de ocio y algunos de ellos podrían catalogarse incluso como patrimonio histórico. Plantean, sin embargo, problemas de gran sedimentación, riesgos de rupturas, interrumpen la conexión de la biota a lo largo del río y, por lo tanto, también el flujo de especies migratorias. Un proyecto europeo, liderado en España por la Universidad de Oviedo, investigará ahora los efectos tanto positivos como negativos de los pantanos con el propósito de resolver problemas y rentabilizar sus ventajas.

El proyecto AMBER, que responde a las siglas inglesas Adaptative Management of Barriers in European Rivers (Gestión Adaptativa de las Barreras en Ríos Europeos), cuenta con una financiación superior a los seis millones de euros proveniente de fondos europeos y un plazo de ejecución de 48 meses. Su implantación comienza a partir del 1 de junio de este año. 19 instituciones de doce países europeos, coordinados por la Universidad de Swansea, en Gales, colaboran en el desarrollo del proyecto. La Universidad de Oviedo será la encargada de liderar los dos casos que se estudiarán en la Península Ibérica. Analizarán el río Almanzora, en Málaga, como ejemplo de la cuenca mediterránea, y los embalses del Alto Nalón, como paradigma de las cuencas atlánticas.  La institución académica colaborará en ambos análisis con la ONG española AEMS-Ríos con Vida.

Los científicos asturianos determinarán, diez años después de los primeros estudios,  si en el caso del Alto Nalón el linaje de trucha exótica se ha impuesto al linaje autóctono

La profesora Eva García Vázquez, catedrática del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo, señala que, paralelamente al desarrollo de ambos estudios de caso, los investigadores asturianos diseñarán un kit molecular basado en ADN ambiental para evaluar la conectividad de las poblaciones de peces, invertebrados y algas, a lo largo de los ríos, y también para detectar las especies invasoras a partir de muestras de agua.

Además, los profesores de la Universidad de Oviedo participarán en un inventario de embalses de la Península Ibérica y desarrollarán una herramienta de investigación socioeducativa con el propósito, comenta Eva García Vázquez, de averiguar la percepción que tienen los habitantes de las cuencas de los embalses sobre su utilidad, ventajas y desventajas y posibilidades de mejora. Todas estas acciones se realizarán teniendo en cuenta precisamente a la población que vive en el entorno de estos embalses.

Colaboración de los pescadores

La primera toma de contacto se produjo ya el pasado sábado con un grupo de pescadores del Alto Nalón a los que se ha pedido colaboración para recoger muestras de escamas de la zona dorsal de los peces, fundamentalmente de truchas, que serán sometidas más tarde a pruebas de ADN.

La profesora Eva García Vázquez explica que, en el caso de España, se ha elegido el Alto Nalón porque ofrece dos embales muy característicos de las cuencas atlánticas: Tanes y Rioseco, porque contienen además zonas protegidas como el Parque Natural de Redes, por la conservación de sus recursos naturales, sobre todo, de trucha autóctona y por la planificación de un nuevo pantano en la zona de Caleao.

Esta investigadora añade que, en Asturias, se conocen ya algunos problemas derivados de la introducción de trucha importada de Alemania. Estudios previos al AMBER determinaron, tras analizar ADN de 3.000 ejemplares y sin necesidad de matar a uno solo de ellos, que la trucha originaria de Alemania se adapta mejor a las aguas calmadas que la autóctona y, por tanto, se concentra en los embalses. Comprobaron además que los linajes nativos e importados pueden hibridar. Lo que se pretende averiguar ahora es qué ha ocurrido diez años después de los primeros estudios. "¿El linaje exótico gana terreno al autóctono? ¿Cómo ha influido en el embalse? Son algunas de las cuestiones que queremos determinar con este nuevo trabajo", comenta esta investigadora. Al margen de la trucha, el proyecto AMBER permitirá estudiar, también en el caso de Asturias, otras especies que habitan en los embalses y aguas arriba; por ejemplo, los investigadores observarán si aún quedan ejemplares de anguila (Anguilla anguilla), y posibles especies exóticas como la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), la carpa (Cyprinus carpio), o el bordallo o cacho (Squalius carolitertii).

Foto de portada: Embalse de Rioseco, cedida por los investigadores.